Me ha dado en mi tiempo de clausura por confinamiento obligatorio al comienzo y voluntario más tarde, de esta pandemia por avanzar posibles escenarios y plazos para la ansiada vuelta a las milongas, sin mucho éxito hasta ahora debo admitir. Así, en el artículo “Tango tras la Covid 19” y basándome en un informe realizado en la Universidad Politécnica de Valencia “Modelización Epidemiológica del Covid-19 para España de 1 de Abril de 2020”, me aventuraba a decir que en junio se acabaría el confinamiento, pues entre mayo y junio el número de contagios se aproximaría al cero (acerté) y que aunque hasta que no hubiera vacuna tendríamos que esperar, quizá los jóvenes inmunizados de forma natural o testeados podrían ser los primeros en volver, y eso evidentemente no. Así que no creo que sea buena idea volver a aventurar plazos. En todo caso todos estamos al tanto de las olas, las vacunas, los fiascos y demás y podemos ir haciéndonos nuestras ilusiones-desilusiones a partes iguales.
Sin embargo, sí que me hace ilusión retomar el segundo tema que me ha ocupado y preocupado últimamente. Admitido que llegará el regreso alguna vez, cómo será ese regreso. Parece evidente que durante un tiempo no seremos los mismos, pues tendremos que seguir tomando precauciones y el gran susto seguramente pervivirá. Quizá los viajes en busca de encuentros, las visitas a milongas en otros lugares, los posibles rebrotes puntuales… Me preguntaba una y otra vez qué efectos colaterales en nuestra pasión tanguera podría tener este desastre, si seríamos los mismos que en la prepandemia o si nos pasaría factura.
Y estaba en éstas cuando cayó en mis manos el artículo ¿En qué se sustentan los augurios de libertinaje sexual de la pospandemia? (https://theconversation.com/en-que-se-sustentan-los-augurios-de-libertinaje-sexual-de-la-pospandemia-153347) firmado por Antonio Blanco Prieto, Profesor asociado, Departamento de Sociología., Universidad de Oviedo en la revista de análisis “The Conversation” y claro, inmediatamente me apeteció extrapolarlo a nuestra situación tanguera porque, evidentemente nos beneficia. El autor se basa en lo que Nicholas Christakis, investigador de la Universidad de Yale y remitiéndose a un podscat de la Fundación para la Innovación Nesta (https://www.nesta.org.uk/feature/the-mission-podcast/transcript-of-episode-5-how-coronavirus-will-change-our-futures-with-nicholas-christakis/), sostiene: “que desde una mirada histórica, siempre ha habido un período de liberación al final de una pandemia y como pasó en los locos años 20 del siglo pasado. La gente buscará inexorablemente más interacción social. La gente irá a clubes nocturnos, restaurantes, manifestaciones políticas, eventos deportivos, recitales.
La religiosidad disminuirá, habrá una mayor tolerancia al riesgo y la gente gastará el dinero que no había podido gastar. Después de la pandemia puede venir una época de desenfreno sexual y derroche económico.
Si miras lo que ha pasado en los últimos 2.000 años, cuando las pandemias terminan, hay una fiesta. Es probable que veamos algo similar en el siglo XXI.”
Bueno, esta era una teoría con la que yo ya había elucubrado, si bien a mero título de posibilidad en el artículo ¿Daños colaterales? Antes mencionado: “Me intriga saber si las milongas serán más concurridas y buscadas como ha sucedido con los bailes en las guerras, donde al darnos cuenta de lo efímera que es la vida nos lancemos, desmadremos, nos haga vivir más intensamente, compulsivamente…”
Así que estupendo, ya queda confirmado que sí, que 2.000 años de pandemias algo tendrán que aportar. Pero ahora viene la segunda parte, menos apetecible. Christakis predice: “Cuando logremos la inmunidad de grupo, aunque el virus aún estará con nosotros, su poder será menor. Luego vendrá el período intermedio, donde el impacto biológico de la pandemia quedará atrás, pero aún tendremos que lidiar con el impacto económico y social. Y alrededor de 2024 entraremos en el período de la pospandemia”. ¡Dios mío 2024! Esperemos que la vuelta a las milonguitas sin pretensiones, tranquilas pero llenas de sensualidad aunque no tengan el desenfreno esperado, nos lleguen antes de esa fecha, en el periodo intermedio en el que, aunque no tengamos una economía boyante, con los ahorrillos de no haber gastado nos bastará. Y ya, en 2024 empezaremos el desmadre milonguero si para entonces tenemos las condiciones exigibles.
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Published: 15 Mar 2021 @ 18:30
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